Sabía que a Margarita no le gustaban los chocolates y era alérgica a los osos de peluche, que no podía tener mascotas y no deseaba ningún disco nuevo...
Pensó y pensó... hasta que de pronto se le ocurrió... ¿cómo había sido tan tonto como para no pensarlo antes?... le regalaría lo clásico, lo que la mayoría de sus conocidos regalaban... ¡un cadáver!.
Ahora lo único que tenía que pensar era qué tipo de cadáver, además de si solo regalaba uno o una docena (que era lo más común), qué poner en la tarjeta y cómo llevárselo...
Que tonto se sentía ahora al darse cuenta de que la respuesta siempre había estado frente a él...
Chio Ovilla
I like it... :D
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