3/22/2016

Diario 2

Las idas a comer comenzaron como algo normal, cada vez platicábamos más sobre nuestros planes a futuro, nuestros deseos, bueno, para ser realistas más bien tú hablabas yo me sentía extrañamente atraída e interesada en todo aquello que saliera de tus bellos labios, me conformaba con escuchar y pensar en que todo lo que decías era interesante. No sé cómo me convertí en esa persona.

Poco a poco, como la rana a la que meten en agua que ponen a calentar, fui cambiando, intentaba salir corriendo de la oficina a la hora del trabajo, no quería hacerte esperar, no porque me dijeras algo, simplemente comencé a sentirme mal de hacerte perder aunque sea solo un  minuto de tu tan valioso tiempo.

Siempre nos sentábamos en la misma mesa, aquella que fue testigo de la primera vez en la que se cruzaron nuestras miradas, en la que pude pensar el “… comieron perdices” por primera vez. En broma me decías cada día que no querías que volviera a cruzar mi mirada con alguien más en ese lugar, que te daba miedo perderme… justamente por eso, cuando como todo un caballero retirabas mi silla para que me sentara, lo hacías asegurándote de que solo te viera a ti y a la pared. ¿Crees que nunca me di cuenta?, sí lo notaba, siempre lo noté, solo que no me parecía importante en ese momento.


La primera gran alarma la recibí un San Valentín, apenas unos meses después de ser novios, durante la comida me obsequiaste unas rosas y con ellas una manzana cubierta en la que leí “Te necesito”, de entrada esta frase que a muchos les parecería cursi por supuesto me encantó, al girarla un poco vi que tenía otra etiqueta “Eres mía”, se leía en esta última. Algo pasó en mi cerebro, una especie de descarga, sin embargo, no pude más que sonreír.

Dama de Honor

Siempre he escuchado que cuando tus amigas comienzan a casarte las ganas de hacerlo tú aparecen o aumentan…



Comienzo a pensar y darme cuenta de que soy adulta en el momento en el que pasamos de tener invitaciones a fiestas de XV años para las de bodas. Cuando estaba en esa época tampoco fueron tantas las invitaciones que recibí y muchas menos las fiestas a las que fui gracias a los pocos permisos de salir que tenía/tengo por lo que quizás pasé más de golpe a la etapa en la que estoy ahora y el shock es más grande.
Cuando me pidieron ser dama de honor fue de las coas más bonitas ya que tienes que ser muy especial para esa persona como para que te dé tal distinción, sin embargo, la experiencia comenzó a ser un reto de paciencia que afortunadamente salió bien.
Uno ve programas de televisión en los que estereotipan muchas veces a las novias como las personas más histéricas y mandonas del mundo… este no fue el caso. Sin embargo, tuvimos (si, porque sé que no solo fui yo sino las demás damas) que enfrentarnos a una dama que quería controlarlo todo a su manera y que en lugar de avanzar nos hacía ir más lento o hacia atrás.
Al final de todo, la despedida de soltera y la boda salieron muy bonitas, la novia pasó momentos muy felices (o eso me parece) lo cual nos hace felices a nosotras que somos sus amigas.
Durante toda mi vida he tenido más amigos hombres que mujeres, en cada una de las etapas de mi vida (a excepción de la secundaria) eso se ha aplicado como una regla casi casi, la cual no es buscada por mí, sino que simplemente se da. Pero me alegra mucho saber que tengo muy buenas amigas, a las cuales puedo ver en un futuro a mi lado.




… totalmente cierto, aún más cuando sabes que estás con la persona indicada.