6/23/2022

La necesidad innata de la libertad

 Desde hace ya bastante tiempo quería escribir esto...



Hace ya algunos meses el caso de una chica desaparecida (una de las muchas que hay en este país) comenzó a llamar la atención de todos. Quizás era la cobertura de los medios, quizás el que sus "amigas" la hayan abandonado, quizás el que solo quería salir de fiesta, o tal vez era esa "última foto" que circulaba en redes sociales, en donde parecía tan sola, tan desprotegida y que transmitía tanto.

Por supuesto me refiero al caso de Debanhi Escobar, quien desapareció después de haberse ido de fiesta y quien posteriormente sería encontrada muerta en condiciones muy extrañas.

Desde los primeros días de su desaparición recuerdo haber escuchado la noticia, su búsqueda y todo lo que los medios compartían al respecto. Me recuerdo en el carro, estacionada afuera de la escuela en donde trabaja mi esposo escuchando en videos de noticias el caso de la joven que fue abandonada por sus amigas y cuyo "único delito" (que no lo es de ninguna forma) había sido el irse de fiesta y divertirse. Desde ese primer momento el caso me impactó mucho.

Seguí día a día las nuevas pistas, con la esperanza (porque no nos queda más que tener esperanza) de que apareciera de un momento a otro... sana, con vida. El hallazgo de su cuerpo, que más que respuestas trajo preguntas solo me hizo sentir mucha tristeza, y miedo... mucho miedo.

Vivimos en un país machista, eso ya lo sabemos. Vivimos en un contexto en el que la inseguridad crece día a día, eso también lo sabemos. Vivimos teniendo que cuidar lo que tomamos, con quién hablamos, cómo nos trasladamos, a qué fiestas vamos, etc., eso también lo sabemos. Y sin embargo, siempre he pensado que no hay justicia en vivir así. Los jóvenes necesitan salir, tienen ganas de comerse al mundo, de vivir experiencias, pero no es justo que el mundo se los coma a ellos.

Creo que en textos anteriores en este blog (en el cual desde el principio me planteé el plasmar mi vida, vivencias e ideas para poder notar mi crecimiento personal y regresar a él cuando quiere consultar "el registro" de mi vida) ya he mencionado en múltiples ocasiones que NUNCA tuve libertad en mi casa. 

Una de mis mayores quejas  con la crianza de mi padre (ya que mi mamá siempre tomó el rol de obediencia ante lo que mi papá decidiera, al menos abiertamente) es que nunca confió en mi, yo estaba atrapada en esta casa (que literalmente dibujaba como una cárcel en mi infancia), haciendo con todo esto que yo no pudiera tener relaciones sociales "normales" fuera de la escuela. 

Me explico. Cuando estaba en la primaria si tenía alguna fiesta con mis amiguitos solo podía ir si mi mamá y hermano menor me acompañaban, esto sin importar que no estaban invitados. Así que si quería tener permiso, mi mamá me hacía el favor de llevarme e irse a algún parquecito u otro lado con mi hermano. En la secundaria NUNCA tuve permisos para ir al cine, fiestas de XV años, ni nada por el estilo, ya que cada que pedía permiso para asistir mi padre solo contestaba: "Déjate de pendejadas", frase que aunque suene fuerte (y dudé escribirla tal cual en el blog) dejó una marca en mi adolescencia, una marca profunda y dolorosa (me recuerdo llorando cada vez que no me daban permiso de salir, triste ante cada invitación que ya no me hacían porque sabían que no me darían permiso). La prepa fue más o menos lo mismo que la secundaria, quizás ahí era un poco más ligero ya que en horas libres, o "voladas de clase", me escapaba con mis amigos y novio a uno que otro lugar. Y en la universidad, ya siendo mayor de edad, lo único que conseguía eran permisos para ir a la plaza de 4pm a 8pm (ni un minuto más), permisos que en mi causaban indignación ya que eran los que quizás les daban a mis amigos de secundaria o primaria hace muchos años.

Pongo todo ese contexto porque considero que es necesario para entender lo siguiente. En la universidad comencé a escaparme... sí como en las películas en donde dejas las almohadas en la cama para que crean que sigues durmiendo. 

Sinceramente todo comenzó con ayuda de mi mamá, un día en el que había planeado ir al antro (iría por primera vez en mi vida ya con 20 o 21 años de edad) mi papá decidió no viajar y quedarse en casa, lo cual, por supuesto, representaba un grave problema en mi plan. Así que mi mamá, al verme muy muy triste me propuso la idea de escaparme. El plan era sencillo, y en caso de fallo la culpa recaería solo en mi (dirían que no sabían que me había salido). 

Las escapadas se volvieron frecuentes y duraron años. Dejé de escaparme prácticamente a los 25 años.  Y aunque sabía que comprendía un riesgo grande (no solo el que me descubrieran, sino que se cruzara en mi camino alguna muy mala persona y me pasara cualquier cosa) no podía evitarlo, era la única bocanada de libertad que tenía.  Realmente en esas escapadas no hacía nada peligroso como tal, me refiero a que por ejemplo, no me ponía super ebria, nunca pude probar nada de brownies ni nada por el estilo, solo salía a platicar, bailar, comer, ver series, películas, salir con mi novio, cosas bastante "equis" que no representaban un riesgo real por el simple hecho de hacerlas.

Nunca tuve la opción de ir a una fiesta (fuera de las de la primaria) y que mi papá (porque mi mamá no sabe manejar) fuera a dejarme y a traerme, de sentir que en caso de cualquier problema pudiera decirle a mis padres, e incluso, lo que más me preocupaba de morir en ese entonces no era la muerte como tal, sino el cómo se explicarían el que estuviera muerta en algún lugar lejano en vez de encerrada en mi cuarto "como debería de estar". 

A raíz del caso de Debanhi salieron muchos comentarios de papás y mamás que decían cosas como "por eso no los dejo salir", o "llegan un minuto tarde y ya no vuelven a tener permisos", etc. Yo soy una de las pruebas en las que por más encerrados que quieras tener a tus hijxs siempre hay alguna manera. Porque estoy segura de que si mi mamá no me hubiera mostrado apoyo igual hubiera encontrado la manera de comenzar a vivir y disfrutar un poco de mi juventud. 

Quizás el no dejar salir a alguien no es una opción, quizás sería mejor volverte la persona de confianza para que cualquier cosa tus hijxs sepan que pueden contar contigo, ser quien está ahí para cuidarlos sin importar la hora que sea y que el que vayan de fiesta implique tener que ir  a dejarlos e ir por ellos sin juzgar. 

El caso de Debanhi me impactó tanto porque sentí que pude haber sido yo, y que de ser así, estoy segura que más que cualquier cosa estarían enojados conmigo, me echarían la culpa sin pensar en qué me llevó a eso, en cómo me pudieron ayudar, porque "tanta libertad que tenía" (esa frase, también dicha por mi padre, es para otra historia). 



...sin embargo, siempre postergaba el tomarme un momento para recordar y reflexionar.