6/06/2013

De mi historia con la clase de inglés

Desde que tenía 17 años comencé a ir a clases de inglés en las tardes...



Ya no recuerdo si la idea de llevar clases fue mía o de mis papás, solo sé que no me desagradaba, pensaba que sería muy interesante y que aprendería muchas cosas nuevas. Obviamente en ese sentido estaba en lo correcto, a lo largo de los cuatro años y medio que llegué a clases aprendí muchísimas cosas interesantes y también conocí a muchas personas, lo único que no cruzó por mi mente al momento de pensar en entrar a las clases eran las cosas que sacrificaría... el tiempo, esfuerzo y todo eso.

De primero a tercer semestre mis clases eran a las siete de la noche, eso implicaba que regresando de la escuela estaba un rato viendo tele o platicando (hubo un tiempo de ir al gimnasio... sí ya se, como una semana), comía, trabajaba con mi mamá y de ahí tenía que ir a mi clase, no era como muchos de mis compañeros que podían disfrutar de sus tardes (aunque ahora que lo pienso desde que era pequeña nunca he sido de ese tipo de personas gracias a mi mamá y el hecho de que me metiera a cuanta clase se cruzara en nuestro camino).

Después vino la universidad y por ello necesité comenzar a llevar mis clases más temprano, recuerdo que tenía calculado "para sexto semestre de universidad estaré llevando el noveno de inglés". Para mi cambio de horario las cosas cambiaron, comencé a faltar cada vez más a mis clases, es decir que me volví más irresponsable, nació la tradición de que el día de mi cumpleaños o el de un amigo yo no voy a inglés, también hubo un día en que unas compañeras llamaron a mi casa y le preguntaron a mi mamá por mi ya que no fui a clase ese día, después de eso el "¿No estás faltando verdad?" se volvió una pregunta constante. 

También fue complicado ya que no soy una persona que suela hacer amigos con facilidad y menos si la clase es de una hora y no nos volvemos a ver. Hasta la fecha mi mamá me molesta con el semestre en el que no tenía ningún amigo, ni siquiera el número telefónico de alguno de los compañeros del salón.

Conocí a muy buenas personas, entre ellas a mi compañero de combi y amigo al que a veces veo en los pasillos de la universidad. Pasaron días de San Valentín, canciones, juegos, días de risas y de diversión, nervios, las esperas para los exámenes orales de nivel (en las que algunas veces me acompañaban de una u otra forma y consentían), las improvisaciones en clase... porque la clase de inglés no era una tortura para mí, la tortura era saber de lo que me perdía porque tenia que esperar mi clase o ir a ella, pero todo eso ya acabó.

No cambiaría nada, ni siquiera mi montaña rusa de calificaciones (veremos si sigo pensando lo mismo cuando me den el diploma).

Como todo se acaba, y estoy muy feliz de que se haya acabado, aunque también me siento rara, se que el semestre que viene tampoco "disfrutaré mis tardes" ya que tendré que estudiar en ese horario por el servicio social, pero ¿y después?... si no estoy muy ocupada tal vez lo que siga sea francés.



... hoy tengo 21 y todo terminó... al fin.


Chio Ovilla

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