Por supuesto que tiene una explicación lógica... mi cuerpo ni de chiste es el mismo a los 25 que a los 31, acabamos de pasar por una pandemia (que aun es bastante cercana aunque a momento parece haber pasado mucho tiempo) y que ahora tengo a un pequeñito que va a la escuela y que si se enferma me contagia.
Enfermarme ahora es muy diferente a antes, además de la desesperación de sentirme mal cuando no puedo tomar medicinas, vivo con la preocupación de que mi pillo de 5 años en lugar de estar corriendo de un lado para otro quiera dormir siestas y que lo llene de mínimos.
Sin embargo, la paciencia es nuestra más grande aliada, no dejar que el ánimo decaiga y cuidarnos los unos a los otros.
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